Es el mejor texto que he conseguido acerca de la importancia y la trascendencia del uso de los signo de puntuación. Sin ninguna regla ni teoría es muy claro y diciente.
Se trata de un joven poeta que visitaba una familia donde vivían tres hermosas jóvenes, con las cuales charlaba indiscriminadamente. A los pocos días la madre de las muchachas notó que había mucha discusión entre ellas. Cuando la madre las reconvino, se percató que el joven era la causa de las discusiones. Al llamado de atención de la madre, el joven respondió con los siguientes versos sin ninguna puntuación que dirimiera la situación conflictiva. Al encontrar los versos, cada una lo leyó a su manera y dijo que la amada era ella.
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que amo a Soledad;
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene;
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
(SOLEDAD)
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es,
la que ama mi corazón.
si obedecer es razón,
digo que amo a Soledad?
No. A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene.
No aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
(JULIA)
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que amo a Soledad?
No. A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene?
No. Aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.
(IRENE)
Como la discusión continuaba, el joven se llevó sus versos y al día siguiente los regresó con la puntuación requerida para expresar sus sentimientos.
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
Digo que amo a Soledad?
No. a Julia cuya bondad
persona humana no tiene?
No. Aspira mi amor a Irene?
¡Qué no! Es poca su beldad.
(AUTOR)
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