Cuento tomado del libro Cuentos y relatos: entre la ficción y la realidad
Autor: Manuel de J. Avilés Martínez
Para ejercer debidamente cualquier profesión u
oficio es preciso desarrollar ciertas habilidades. A
estas mañas o destrezas algunos las llaman tener
arte o magia en el desempeño de su labor,
precisamente, eso fue lo que desarrolló un
educador en su trabajo; pero, no solamente fue el
desarrollo de las técnicas de la enseñanza, sino el
arte de la magia en sí misma.
En la década del setenta del siglo pasado, se
vinculó a la docencia un maestro muy inquieto en
cuestiones del saber, le gustaba leer mucho, tenía
muy buena memoria, lo cual le permitía aprender
con facilidad lo que se propusiera, había
aprendido muchas cosas en la vida y continuaba
aprendiendo cada día más.
Una de las facetas que más admiraban sus
compañeros era la gran habilidad para aprender y
declamar poemas. Era tal su amor y pasión por la
poesía que llegó a recitar de memoria más de
doscientos poemas de diferentes autores de
lengua hispana; pero, de todos los poetas, el que
más le llamaba la atención era el nicaragüense
Rubén Darío, padre del Modernismo en
Hispanoamérica.
Con esta habilidad no era raro que en cualquier
acto público saliera declamar; además, él solo
preparaba y realizaba un recital poético, haciendo
gala de su facilidad de expresión y declamación,
como también de sus variados y multicolores
vestidos, patrocinados por una tía que lo
consentía en todos los deseos y caprichos. Era el
sobrino consentido; se había ganado el corazón
de sexagenaria.
El educador era muy versátil en el aprendizaje y en
sus habilidades físicas. Como deportista fue gran
jugador de baloncesto, voleibol y en fútbol. Siendo
este último deporte en el que más se destacó,
llegando a ser titular municipal por varios años y
ser considerado como uno de los mejores
porteros en la historia futbolística del municipio.
Las destrezas atléticas, su gran deseo de aprender
y la atracción por lo novedoso, lo llevaron, cuando
muchacho, antes de ser educador, a experimentar
nuevas aventuras y a viajar durante un tiempo:
Decidió irse de la casa con un circo ambulante,
donde aprendió muchas actividades propias del
medio circense, entre ellas algunos trucos de
magia.
Como docente del área de Educación Física,
conformó un grupo de gimnasia que tuvo
renombre en la región del Bajo Cauca y del San
Jorge, sobre todo por la exhibición de un
discapacitado realizando ejercicios gimnásticos
increíbles para los ojos de los espectadores.
Fueron, igualmente, muy aclamadas y aplaudidas
sus presentaciones taurinas, donde solía saltar de
frente, y con punto de apoyo en el anca del animal,
y caer de pie detrás del astado. Esta era la forma
como se enfrentaba a los más fieros y temibles
toros de la región, todo bajo los acordes musicales
de tres o cuatro de las mejores bandas de la
región: Era el espectáculo más esperado de una
tarde taurina.
Dentro de todo ese bagaje de aprendizajes y
desarrollo de habilidades, no podían faltar sus
incursiones, entrenamientos y perfeccionamiento
en el manejo de las destrezas de la magia. Llegó a
dominar muchos trucos, desarrolló habilidades
manuales y logró conseguir la agilidad mental
necesaria para realizar presentaciones en fiestas
de cumpleaños de infantes y en muchas
actividades de esparcimiento social para adultos.
Él y dos compañeros que actuaban como payasos,
eran los personajes infaltables en las fiestas de
cumpleaños o aniversarios importantes del
municipio.
Mientras estuvo en la docencia en el nivel primario
realizaba pequeños trucos para llamar la atención
a los niños, para recrearlos e incluso hasta para
impresionarlos. Sus actuaciones y presentaciones
ejercían tanta atracción en los niños, que éstos, a
todo momento y en cualquier lugar lo estaban
abordando para solicitarle que realizara
actuaciones mágicas.
Como suele ocurrir en todos los planteles
educativos y en casi todos los grupos escolares,
siempre hay una niña o un niño más inquieto y
más necio que los demás, son los que los
educadores, cuando está demasiado cansados,
suelen llamar insoportables. Pues bien, de esos le
tocó uno a nuestro mago-educador, el cual
queriendo probar uno de sus nuevos
aprendizajes, y con el ánimo de calmar al
muchacho, lo llamó a su lado, lo sentó en una silla,
se concentró, realizó las maniobras requeridas
para el caso y dijo unas palabras mágicas
indescifrables para los alumnos oyentes y… como
se dice comúnmente, por arte de magia, el niño
desapareció.
Inmediatamente, en el salón todo fue alegría,
júbilo, emoción y asombro entre los niños. Sólo el
educador quedó consternado y pensativo ante lo
acontecido, pues, en el mismo instante de la
desaparición se percató que aún no estaba diestro
en lo que debía hacer para lograr la regresión del
objeto o persona desaparecida.
En medio de su preocupación, empezó a realizar
las prácticas medio aprendidas para lograr la
reaparición; pero… por más que lo intentó, repitió,
modificó y volvió a repetir, de una manera u otra,
nada le funcionaba. Fue a partir de ese momento
que el educador empezó a palidecer, los
estudiantes lo miraban sorprendidos y
empezaron a gritar y a llorar, todo se volvió una
algarabía, un escándalo, llamaron a la directora, a
los padres del niño, a las autoridades locales, la
escuela fue cerrada por dos días.
Lo que en un principio fue motivo de alegría y
emoción, en pocos minutos se convirtió en
tristeza, miedo, angustia y desesperación. El
hecho se convirtió en la noticia del día y llegó a
tener difusión a nivel nacional en los diferentes
medios de prensa y radio.
Cuando la angustia, el desespero y la tristeza de
los padres y de los educadores había llegado a
más no poder; y cuando se había pensado en
colocar una demanda penal contra el educador, el
cual se había encerrado en su habitación: Algunos
pobladores estaban comentando y proponiendo
linchar al educador-mago. Éste se había
encerrado en su vivienda, por temor y para revisar
sus materiales de estudio y poder realizar la
reaparición del niño.
Alguien había propuesto conseguir un mago
profesional para que volviera el niño a su estado
normal, otros decían que había que sacar al
maestro del encierro a la fuerza, y no faltó quien
propusiera que le echaran candela a la casa donde
se hallaba el docente-mago. Cuando parecía que
todo iba a estallar, y cuando ni las plegarias ni los
rezos daban resultados, apareció la mamá del
niño, en medio del bullicio y de los corrillos, con la
información que el niño le dio cuando se
encontraron: “Me sentí muy cansado y con mucho
sueño, y para que nadie me molestara me metí
debajo de la cama. Soñé que alguien me llamaba
insistentemente. Me decía que debía levantarme
rápido para arreglarme y no llegar tarde a la
escuela.”
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